Amigo Ignacio:
Muchísimas gracias por el envío del
libro !! Te avisaré ni bien llegue. Te copio al final el boletín
de este mes.
Saludos desde La Plata, Argentina... Carlos
Alberto Iurchuk dragoninvisible@gmail.com http://correo.hispavista.com/Redirect/dragoninvisible.com.ar
-------------------------------------------------- From:
"Ignacio Darnaude" <ummo@hispavista.com> Sent: Saturday,
September 05, 2009 3:32 PM ubject: Re: Boletin
Querido Carlos Alberto : Esta mañana te he mandado
el librito sobre la elusividad. Abro tu Boletín y sólo veo
cuadraditos vacíos. Un
abrazo.
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EL
FUEGO DEL DRAGON
BOLETIN MENSUAL DE OVNILOGIA
Nº 133 -
Septiembre de 2009
Editado por Carlos Alberto
Iurchuk
La Plata -
Argentina
dragoninvisible@gmail.com
"El Dragón
Invisible"
http://correo.hispavista.com/Redirect/dragoninvisible.com.ar
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Se
permite la reproducción parcial o total, por cualquier medio, de
los artículos presentados en este boletín. Si así se hiciere, se
agradecerá la notificación al autor del artículo y al editor del
boletín.
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1994,
Roque Pérez: 'Una zona ventana'
(Segunda
parte)
Juan Pablo Gómez
Burzaco -
Argentina
morkolson@yahoo.com.ar
Y como bien
decía, Roque Pérez nos deparaba mayores
sorpresas...
A fines de septiembre, siempre hablando
de 1994, habíamos realizado nuestra última visita a Roque Pérez,
aunque sabíamos que debíamos regresar tarde
o temprano.
Durante los siguientes meses de octubre y
noviembre dirigimos nuestras pesquisas también hacia otras
regiones de la provincia de Buenos Aires, visitando ciudades como
Azul, Tandil, San Manuel y Punta Indio (en futuras ediciones
contaremos sobre estas); a la vez que organizábamos los
numerosos testimonios y referencias que los roqueperenses nos
habían brindado.
Nuestros cuadernos de campo contenían un
sinfín de anotaciones: fechas, nombres, dibujos... No nos
avergonzaba reconocerlo: la magnitud de la oleada nos había
superado. Poco a poco fuimos desgrabando los casetes -unas
2.000 horas de grabación- y volcando al papel cada uno de los
incidentes.
Cabe señalar que por referirme solamente a 1994
han quedado en el tintero avistamientos anteriores y posteriores
a este año que no tienen desperdicio y que, seguramente, en un
futuro no muy lejano verán la luz.
Los primeros días de
diciembre llegó a nuestros oídos una referencia sobre una más que
interesante observación a plena luz del día. Según la
versión, dos personas habrían presenciado el paso de un avión de
línea, en dirección a Buenos Aires, seguido por dos "globos"
plateados.
Era suficiente motivo para adelantar una nueva
visita a la región.
Y el 11 de diciembre Carlos Ingaramo,
Daniel López y quién esto escribe estábamos en Roque Pérez
charlando, una vez más, con el siempre dispuesto y amable Aurelio
Castellani; quien una y otra vez se lamentaba por haber llegado
segundos después del avistamiento: "...cuando paré el auto
-nos decía con evidente fastidio- y vi que estaban mirando para
arriba me dije: estos seguro vieron algo - y me apuré a bajar.
Cuando me acerqué estaban comentando entre ellos y les pregunté:
¿Qué vieron? - y el muchacho de la sodería me dijo: "como dos
globos" - y el otro interrumpió y dijo: ¡Que van a hacer globos
si lo pasaron como parado al avión!... Y yo por segundos
no alcancé a verlo, ya sólo veía al avión a lo lejos..."
Y
su lamento era muy bien comprendido por nosotros... quienes
estamos acostumbrados a "llegar tarde"... o por el contrario - y
pareciendo ya una broma del destino - a llegar antes de que se
produzcan las observaciones. Como pasó con Roque Pérez, por
ejemplo. Para el investigador de campo esto no es una novedad. En
más de una oportunidad nos ha ocurrido detenernos en ocasionales
poblados en los cuales, para no perder la costumbre,
consultamos sobre la actividad de los "no identificados". Y no
porque nos hubiera llevado allí una denuncia OVNI, sino,
simplemente, porque los atravesamos en los viajes. Claro que,
generalmente, recibimos un "nooo, por acá no pasa nada" como
respuesta del sorprendido paisano. Pero resulta que después,
al poco tiempo (y cuando no a poco de irnos), nos enteramos que
en ese mismo lugar donde estuvimos preguntando, se registraron
importantes (y a veces, hasta numerosos) avistamientos. En fin,
éstas son algunas de las perlas que la investigación de campo
brinda y lo deja a uno meditando... (amén
de maldiciendo).
Pero volvamos a Roque Pérez y a los
"globos"...
"Fue el día 13 de octubre, a las cinco y diez de
la tarde y lo recuerdo bien porque estaba jugando Boca - River" -
nos explicaba nuestro amigo Castellani - "Estos dos muchachos
estaban en una esquina frente a la plaza Mitre (Yrigoyen y 9 de
Julio), esperando que abra el negocio de bulones, cuando me
acerqué acaban de verlo... iba el avión (hacia Buenos Aires) y
los globos le pasaron por afuera... ¿pero eran como discos? - les
pregunté - "Sí, como discos plateados.", me
contestaron".
"Pero eso me dejó impresionado ¡y el relato del
tipo!... Ahora el muchacho de la fabrica de soda dijo: No, eran
globos (como no dándole importancia). ¡Qué van a hacer globos si
lo pasaron al avión como parado! - dijo el otro. Claro el tipo
asociaba... porque un globo tiene que ir despacito".
Aurelio
siguió recordando.
"El de la fábrica de soda medio lo tomó
como que eran globos. No le prestó mucha atención, en cambio el
otro hombre si... Yo no sé si este chico de la sodería lo
recordará bien... más se interesaba en el partido de Boca -
River que estaba jugando ese día..."
Nos despedimos de
nuestro amigo e inmediatamente salimos en busca de los testigos.
Se suponía que uno de ellos se apellidaba García y vivía en
las afueras del pueblo; el otro, tenía una fabrica de soda sobre
la calle Tarigo, a la cual visitamos en primera instancia. No
tuvimos suerte, era domingo y nadie nos atendió; con cierto
fastidio pero confiado que en otra oportunidad hablaríamos con el
testigo, continuamos la marcha y nos dirigimos, previas
averiguaciones, a la casa del tal García. Cuando lo localizamos y
le explicamos el porqué de nuestra presencia el buen hombre nos
miró, no sin asombro, y nos contestó que él nada tenía que ver con
OVNIs ni nada que se le parezca, es más, nunca había visto algo
extraño. Y como si no hubiéramos escuchado su respuesta negativa
volvimos a insistir explicándole que lo habían señalado como
testigo de una observación de dos "globos" detrás de un avión,
etc., etc., etc. Seguramente al notar la paulatina transformación
de nuestros rostros en una evidente bronca contenida, García se
sonrió y nos dijo: Aaah! Al que ustedes buscan es a Izquierdo...
él vive más allá.
Ni tengo que decir que en fracción de
segundos estábamos los tres dentro del coche en dirección a su
casa.
Indudablemente, y ahora que lo recuerdo, fue la sola
presencia de tres desconocidos provenientes de Buenos Aires,
bajando de un auto que por su aspecto dejaba bastante que desear
(1) y preguntando por lo que había presenciado el 13 de octubre,
lo que provocó en el Sr. Izquierdo una visible desconfianza con
una buena dosis de susto.
Y no hubo caso, por más que le
explicábamos como habíamos dado con él y el porqué de nuestra
visita, el buen hombre apenas nos contestaba. ¡Ni hablar de
grabarlo! Mal que mal, pudimos confirmar lo que Aurelio nos
había adelantado.
Seguramente, con la intención de
"sacarse de encima" rápidamente a estos tres desconocidos, nos
dijo que vayamos a ver a un tal Murga que "también los había
visto". Considerando las circunstancias, decidimos que lo
mejor era marcharnos y volver a dialogar con él en otra
oportunidad, cuando estuviera más tranquilo. Le preguntamos dónde
vivía el Sr. Murga y nos despedimos.
Era curioso, pues
nadie nos había comentado de un tercer testigo. Y comprendiendo
que su testimonio sería de gran importancia
emprendimos, nuevamente, otra búsqueda.
La primera
sorpresa
Todavía enfrascados en un intercambio de
dudas e inquietudes llegamos al campo de los Murga, en Juan
Atucha. Nos atendió una señora muy amable que se identificó como
su madre, a quién le comentamos nuestra intención de hablar con
su hijo por el avistamiento en el que habría participado de
unos presuntos OVNIs, a plena luz del día, siguiendo a un avión
de línea. La mujer, algo confundida, nos confirmó que sí, que su
hijo había visto OVNIs pero no como le explicábamos. Según lo que
el joven le había contado, una noche, mientras transitaba en la
camioneta hacia la ciudad, dos "aparatos" enormes los
sobrepasaron a baja altura...
No puedo expresar con palabras
lo que en ese momento sentimos, nuestras miradas lo decían todo y
a pesar de no intercambiar frase alguna, cada uno sabía que la
sensación era la misma. Esa sensación, mezcla de emoción
y nervios, que bien conocen los investigadores de campo ante una
situación semejante, nos embargó. Ahora nosotros éramos los
sorprendidos, tanto que le pedimos a la señora que nos reitere lo
que acababa de decir pues queríamos estar seguros que habíamos
escuchado bien, y luego del breve relato nos olvidamos por un
momento de Izquierdo, los "globos", el avión... y como alma que
lleva el diablo partimos en el Dodge 1500 (ya convertido en una
Ferrari) en dirección a la casa de su primo, donde, según su
madre, se encontraba. No fuera cosa que se nos
escapara.
Carlos Javier Murga, así es su nombre completo, es
un joven de 22 años, agricultor que no creía en lo que algunos
habitantes de Roque Pérez contaban sobre los OVNIs. Pensaba que
todo eran confusiones y, cuando no, mentiras. "Yo no creía en
nada de lo que la gente decía ver y me encuentro con
esto, entonces ahí comencé a decir, bueno, algo había" - nos
explicaba algo sorprendido. A poco de comenzar su relato se
encargó de aclarar que tres personas más habrían visto esa noche
el mismo fenómeno (o algo semejante prefiero decir), pero desde
diferentes puntos geográficos. Un tal Villa, que se encarga de
distribuir el gasoil en las estancias de la región y "el hijo de
Maurici con un empleado" que estaban trabajando en el
campo.
Dos "caparazones de
tortuga"
Eran las 20.30 h. aproximadamente de un día
de octubre que Murga no recuerda. Conducía su camioneta por un
camino vecinal paralelo a las vías del ferrocarril, en dirección
a Roque Pérez, cuando unos 12 kilómetros antes del centro urbano,
observó atónito por el parabrisas el sobrevuelo veloz
y silencioso de un "aparato" enorme (al menos cuatro veces su
camioneta), que lo sobrepasó en dirección NE, es decir, en
dirección al pueblo. Aún si haber salido de su asombro, otro
objeto similar pasó detrás del primero. Algo asustado apretó el
freno de su vehículo para detener la marcha... pero ya
la oscuridad de la noche se los había
devorado.
Inmediatamente, y detenido en el medio del camino,
tomó el micrófono de la radio e informó a su madre lo que acababa
de observar, quién salió de su casa pero nada extraño
observó.
Todo fue muy rápido, nos explicó Murga, fue cuestión
de segundos. Esos dos objetos, que luego de su descripción
podemos comparar a "caparazones de tortugas", lo habían
sobrevolado a unos 500 metros de altura y, según su parecer,
logró visualizarlos porque volaban justo por arriba del
camino, sobre su cabeza. De otro modo hubieran pasado
desapercibidos pues no tenían luces que los destacaran.
A
propósito de su luminosidad expresó: "...como que una luz lo
enfocaba de atrás para adelante, pero no era una luz que me
llamara la atención, (era) así como una neblina... era plateado o
un azul como clarito... sin alas no tenía ni una ventanita... ni
luces que prendían o apagaban, nada. Yo iba así (señalando el
dibujo de la hoja) y me pasaron acá arriba, los vi porque pasaron
acá arriba (indicando con un gesto su vertical) que sino no era
una cosa que te llamara la atención, viste que a veces ves una
luz que te llama a la vista ahí no, para nada... lo iluminaba
pobremente".
"Eran dos... el que mejor vi (fue) el primero,
el de atrás no sé, engaña terriblemente pero por decirte algo a
cien metros, irían así (uno detrás de otro) pero muy, muy ligero
y los tres que lo vimos, vimos lo mismo, cuando quisimos
reaccionar no estaban más..."
Una vez que Murga finalizó su
relato, nos dirigimos inmediatamente a la ciudad de Roque Pérez
para ubicar al Sr. Villa. No fue difícil dar con él dado que en
la estación de servicio ESSO lo conocían. Allí uno de
los empleados nos indicó donde vivía.
En su casa, próxima
a las vías del ferrocarril, nos recibió y confirmó lo que Murga
nos había adelantado. Por suerte, él sí nos pudo precisar la
fecha de la experiencia porque llevaba un registro de los días
que hace el reparto de combustible.
Ese día precisamente
abandonaba la estancia "La Reforma", a unos 30 kilómetros al sur
de la ciudad. Y ese día también era su cumpleaños: el 28 de
octubre de 1994.
"Salí de un campo que yo reparto gasoil y vi
una luz que quedaba para acá (se refiere en dirección a Roque
Pérez, es decir al norte de su posición), así a esta altura (el
testigo indica con su brazo unos 10 grados sobre el horizonte)...
iba ligero y enseguida apareció por detrás otra luz. La
de adelante a mi me dio la impresión que se estiraba... hacía así
la luz... parecía que largaba cosas por atrás, y atrás vi otra un
poquito más baja... iban las dos a la misma distancia... ligero,
ligero muy ligero... pero la vi, no sé, cinco segundos y no la vi
más... la de atrás hizo así para abajo (indica con un gesto como
que se perdiera bajo el horizonte) y desapareció y la de adelante
siguió un poquito más y desapareció".
Le pedimos más detalle
a Villa del movimiento de la primera luz.
En cuanto al color
y la forma expresó: "Eran blancas... como una pelota número 5
pero achatada... como una pelota de rugby..." Cuando comparó
la forma de esas luces con los dibujos de OVNIs que le mostramos
nos señaló dos, ambas figuras con formas oblongas similares a
"puros".
El propio Villa nos explicó como llegar al campo de
Maurici, que está ubicado sobre la ruta N° 20 camino a Beguerí. Y
hacía allí nos dirigimos. Queríamos obtener todos los testimonios
de esa noche, ya que el caso lo merecía.
Tras recorrer el
polvoriento camino, llegamos al campo en cuestión. Allí
nos recibió Maurici padre, a quién le explicamos los motivos de
nuestra visita y consultamos por su hijo. El hombre se lamentó
porque éste no se encontraba residiendo en Roque Pérez, aunque
nos confirmó lo del avistamiento; claro que desconocía los
detalles. Sin embargo no todo sería negativo pues nos facilitó el
nombre del trabajador que en esa oportunidad estaba con el joven,
se apellidaba Rizzo.
La confidencia... a
medias
Antes de marcharnos, don Maurici nos
sorprendió con una más que interesante referencia. Nos contó que
la noche anterior, estando en una fiesta, había llegado a sus
oídos un hecho muy curioso, de reciente data. En un campo de la
región, sembrado con girasoles, se habían descubierto tres
huellas circulares de origen incierto y con características
inusuales. Ni hablar que nuestros corazones comenzaron a latir
tan aceleradamente como mi mano al tomar nota de los pocos (pero
valiosos) datos que nos podía brindar. El buen hombre, a nuestro
pesar, evitó confesar el sitio del descubrimiento respetando así
la decisión del chacarero de no informar la ubicación del campo,
para evitar una invasión de curiosos.
Abandonamos la estancia
de Maurici en dirección a Beguerí en busca del Sr. Rizzo. Durante
el viaje, no dejábamos de pensar en la manera de averiguar en que
campo aparecieron las dichosas marcas, y, por sobre todas las cosas,
a quién le pertenecía. Al menos teníamos algunas pistas a seguir:
un campo de girasol (claro que cientos de éstos existían en la
región) pero, sin embargo, nuestra búsqueda se limitaba al que
perteneciera a un chacarero que la noche anterior había
participado de una fiesta de casamiento en el pueblo.
Era
un nuevo desafío. Y esto nos motivaba.
El testimonio
del empleado rural
Llegamos a Beguerí, un pequeño
poblado al este de Roque Pérez, ya entrada la tarde. Luego de
consultar a la gente del lugar, logramos ubicar la casa de Juan
José Rizzo. Sin inconvenientes, este honesto trabajador de 30
años, accedió a contarnos lo que presenció el 28 de octubre junto
al Leonardo Maurici.
Esa noche, con un cielo completamente
despejado, estaban trabajando en el campo de Millán, a unos 10
kilómetros al SE del centro urbano de Roque Pérez cuando uno de
ellos comienza a observar que desde el NO se aproximaba una luz
inusual. Pero dejemos que sea el propio testigo quién lo describa.
De nuestra charla podemos extractar lo
siguiente:
"Nosotros estábamos echando gasoil (al tractor) y
me dice el hijo de Maurici: ¡mirá, mirá, viene una luz muy
bajita, iluminando, de todos colores... - Primero no le di
importancia porque el chico era la primera vez que se quedaba
conmigo en la casilla y pensé que tenía miedo... y le dije: dejá
Leo, dejá... - Y me dice... pero vení, vení, vení, mirá... y
bueno cuando fui, que yo me retiro del tractor... veo
eso.
..Era de luz roja, azul, de todos colores. En un momento
paró ahí, quedó ahí y de ahí siguió fuertemente como si agarrara
para el partido de Lobos y después cortó para Monte (se refiere a
San Miguel del Monte)...
..Iba muy bajo y muy rápido... fue
una cosa muy rápida pero era una cosa que se alargaba, venía
cositas más atrás... había momentos que se hacía chiquitita y
momentos que parecía una cometa...
..Parecía un elástico...
se achicaba y se agrandaba... hacia como si fuera como los
cohetes que prendés y caen un montón de estrellitas...
..De
la luz grande blanca salían para atrás por lo menos cuatro
rayas (quiere decir franjas horizontales y paralelas) de todos
colores y por último quedaba como esos cohetes que vos tirás para
arriba y empiezan a caer como estrellitas más grandes
(bengalas)... y volvía todo de vuelta a la
luz grande".
Creo que la descripción de Rizzo es
elocuente. No obstante para una mejor comprensión de los
movimientos del fenómeno es importante destacar
lo siguiente:
La luz comienza a aproximarse a los testigos
desde el NO a baja altura para ellos. En ese momento la observan
como una luz blanca más o menos circular, de un tamaño importante
aunque menor que la Luna. En cierto momento parece detenerse
-aunque este punto no es seguro- y luego cambia de rumbo hacia
el E (hacia el partido de Lobos). Es en esta nueva trayectoria
cuando observan los movimientos de expansión y contracción en el
fenómeno (como un elástico), con franjas luminosas de colores
varios y "estrellitas" también coloridas que se alejan y se
acercan a la luz blanca grande, intermitentemente. A poco vuelve
a virar y toma rumbo SE (hacia Monte) donde la pierden
definitivamente de vista (Se puede interpretar que en estas
dos etapas el fenómeno fue visto de perfil). Todo fue muy rápido,
menos de un minuto de duración.
Agradecimos a Juan José
Rizzo por su testimonio y nos despedimos. Abandonamos Beguerí
algo apresurados pues queríamos llegar a Roque Pérez antes que
anochezca. Teníamos por delante otro desafío: las
extrañas huellas...
Aquí abramos un paréntesis para
comparar los testimonios de la observación del 28 de
octubre.
Lo descrito por Oscar Villa y Juan José Rizzo
presentan puntos coincidentes con lo observado por el joven
Murga. Veamos:
La hora es coincidente en los tres
(20:30). La dirección de vuelo (SO a NE) es coincidente para
Villa y Murga. Aunque la luz que percibe Rizzo y Maurici proviene
del NO, es decir, por su ubicación, desde Roque Pérez. Villa,
al igual que Murga, hace referencia a dos objetos. Rizzo y
compañía solamente ven uno. Y es lógico si consideramos que Villa
previamente había observado desaparecer el segundo objeto bajo el
horizonte. Murga habla de "aparatos" mientras que Villa y Rizzo
hacen referencias a "luces". Obviamente en este punto juega el
factor distancia al fenómeno. Mientras que al primero le "pasan
por arriba", es decir la vertical de Roque Pérez, Oscar Villa los
ve desde unos 25 kilómetros (en línea recta). Rizzo estaba unos
10 kilómetros pero el fenómeno tuvo una trayectoria
de aproximación hacia ellos, sin embargo no pudo determinar la
distancia, "estaba cerca" - dijo. El tiempo de observación
también es semejante para los tres: Todo duró unos pocos segundos
porque los objetos iban "muy ligero".
Lo que llama la
atención es que Murga subraya que lo observado por él
estaba pobremente iluminado: "como una luz que lo enfocaba de
atrás para adelante... pero no era una luz que me llamara la
atención"..., en cambio a Villa y a los trabajadores rurales
justamente les llamó la atención las características luminosas
que presentaba y el efecto contracción - expansión que realizaba,
efecto este último no visualizado por el primero.
Por otro
lado, lo observado por Murga, según su descripción, eran
dos cuerpos de apariencia sólida con formas bien definidas y
bordes perfectamente delineados. De ahí que los denomina
"aparatos". Por el contrario, los otros testigos describen lo que
podríamos llamar "masas luminosas". Claro que los ángulos de
observación fueron diferentes.
Lo que también nos resultó
curioso fue que no existieran más testigos del paso de los
objetos. Podemos suponer que sobre el casco urbano no fueron
muy visibles que digamos debido a la iluminación propia del
pueblo y, considerando lo dicho por Murga, a la escasa
luminosidad de los objetos. No obstante, seguramente habrá gente
de la zona rural que pudo ser testigo de la fase luminosa del
fenómeno, pero, como suele ocurrir normalmente, no vio la
necesidad de informarlo.
A pesar de estas últimas diferencias
supongo que todo parece indicar que se trató de los mismos
objetos vistos desde diferentes puntos geográficos y
en diferentes etapas.
Cerramos el paréntesis.
Ya en
Roque Pérez, iniciamos las averiguaciones por el caso de las
huellas. La noche se iba acercando y queríamos, al menos,
localizar al dueño del campo. Las primeras consultas no dieron
resultados positivos, nuestros referentes desconocían la
información.
A punto estábamos de abandonar el pueblo,
posponiendo hasta el fin de semana siguiente la búsqueda, cuando
nos cruzamos con "Teté" Allegreti, un joven que solía recoger
referencias de avistamientos en la región y que también fuera
testigo de las luces en algunas oportunidades. Le contamos todo lo
que sabíamos, que no era mucho por cierto, al menos para ver si
él podía averiguar algo más. Su respuesta nos dejó de piedra.
Pues justamente su hermano sabía del caso, conocía a los
inquilinos del campo y, como si fuera poco, había visitado las
huellas.
A los pocos minutos, Gustavo Allegreti, se apersonó
en el vídeo club y nos contó con lujo de detalle lo que sabía,
describiéndonos las características de las marcas. Nos explicó
que eran tres círculos dispuestos a varios metros uno de otro y
que en su interior el girasol se había deshidratado, quedando en
pie algunas malezas. Y en cuanto a las plantas del perímetro, éstas
se encontraban "dobladas hacia fuera".
Nuestra impaciencia
por conocer el lugar crecía segundo a segundo.
Al finalizar
su relato, le rogamos a Gustavo que nos llevara a ver a
los dueños del campo -pues no era lo mismo que él nos presentara,
a que tres desconocidos los abordaran y comiencen a hacerles
preguntas por un descubrimiento que no habían hecho público. Ya
nos había pasado con Izquierdo y no queríamos que se repita-.
Subimos a los vehículos y nos dirigimos a la casa de los hermanos
Ferranti -ellos eran los que alquilaban y trabajaban el lote-.
Esta vez no tuvimos suerte. No estaban en su domicilio. Según
Allegreti acostumbraban viajar a una estancia a varios kilómetros
de Roque Pérez.
Finalmente, ya con la noche encima y cansados
por tan agitado día pero inmensamente satisfechos por los
resultados, decidimos regresar a Buenos Aires.
No voy a
negar que mientras salíamos a la ruta, se nos cruzó por
nuestras mentes desplazarnos hasta la Paz Chica, a intentar
ubicar las huellas. No iba a ser difícil localizar el campo con
las referencias que Allegreti nos había brindado. Sin embargo,
desistimos de la idea dado que la oscuridad ya era total, y a
pesar de contar con linternas iba a hacer imposible
trabajar correctamente. Tampoco teníamos los elementos necesarios
para la obtención de muestras, ni la autorización de los Ferranti
para acceder a su propiedad. Por lo tanto, optamos por esperar
hasta nuestra próxima visita. A veces, la ansiedad puede jugar en
contra.
Sábado, 17 de diciembre de
1994
Durante toda la semana rogamos a los dioses que
no lloviera, pues temíamos que afectara a las marcas, o lo que es
peor, anegara la zona. Pero finalmente llegó el día y muy
temprano partimos hacia Roque Pérez. Nos devoramos los 130
kilómetros por la ya familiar ruta 205 y llegamos a media mañana.
Lo primero que hicimos, antes de ir a ver a los Ferranti, fue
ubicar y hablar con el dueño de la sodería de la calle Tarigo; el
otro testigo del avistamiento del 13 de octubre que en la
anterior visita no pudimos ubicar.
Hector Paulerena, de 25
años, lleva adelante la fábrica de soda de su familia. El joven
nos recibió con amabilidad pero algo desconfiado, actitud que
observamos durante toda la entrevista. Se mostró
extremadamente escéptico en cuestión de OVNIs, y si bien confirmó
el hecho y hasta admitió la extrañeza de lo observado reconoció
no haberle otorgado mayor importancia.
"Vieron que hay
gente que dice hasta que no lo veo no lo creo, bueno,
yo directamente no creo...", nos dijo en un momento de la charla
para despejar toda duda de su absoluto escepticismo. Claro que
para nosotros resultaba doblemente interesante que siendo tan
incrédulo reconociera que lo observado esa tarde fuera
ciertamente extraño.
¿Y qué observó? Dejemos que él lo
cuente:
"Nosotros estábamos parados, con este chico
Izquierdo, esperando que abra la bulonería. Y él se pone a mirar
hacia arriba y miraba, miraba y bueno como estábamos los dos
juntos me puse a mirar. Yo miraba el avión y él me pregunta si
veía lo que venía atrás del avión. Creo que eran tres... como
si fueran, no sé, un tamaño así a la distancia, tres cosas
plateadas que iban... aparentemente a la misma velocidad del
avión pero en distintas distancias, se veían mucho más arriba. Y
lo vimos hasta que se perdió y no se vio más. Era un día
completamente despejado, prácticamente no había nubes. Eso es lo
único que vi.
..Te digo la verdad, no sé que son... incluso,
te digo más, en ningún momento pensé en nada de esto, ni de OVNIs
ni nada por el estilo, ni sé si eran OVNIs... yo vi esas cosas,
nada más. No digo lo que eran ni nada por
el estilo...
..Con respecto al avión eran más chico...
pero la diferencia de altura se notaba..."
Recordando lo
que Aurelio nos había contado, Daniel López le preguntó
al testigo si en algún momento los objetos sobrepasaron al
avión.
"No. Te puedo decir, para darte una idea, que iban a
la distancia de cinco o seis aviones.... iban detrás del avión,
uno detrás del otro, siempre manteniendo la distancia... como si
fuesen las Tres Marías..."
En cuanto a la duración de la
observación nos dijo: "Todo habrá durado... por decirte algo, un
par de minutos... de ver un avión acá arriba y verlo que se
pierde..." Y a las características de los objetos expresó: "Eran
un circulo perfecto y de un plateado como si vos vieras un
aluminio... un plateado opaco... no vimos destellos... ni
estelas. Y el tamaño de cada uno serían, para darte una idea,
medio avión... o tal vez un poquito menos".
Obviamente el
propio testigo descartó la posibilidad de que los objetos que se
trasladaban detrás, pero mucho más alto, del avión comercial fueran
algún tipo de globo. Estaba muy seguro al respecto, pero claro,
su propio escepticismo en materia de OVNIs y la falta de
explicación a su propia experiencia lo llevaron a olvidar el
asunto. Así era mejor para él.
Y es que seguramente el joven
Paulerena cuando habla de OVNIs piensa, en lo mismo que lo
asocian la mayoría de las personas, en naves extraterrestres. De
ahí su incredulidad y su rechazo en etiquetarlo de esa manera.
Sin embargo, al menos para mí, el término OVNI no es sinónimo de
naves interplanetarias.
Hemos visto también, que existen
algunas diferencias con lo que Aurelio nos había contado.
Paulerena no recordaba exactamente si fueron tres o dos
los objetos, creía que eran tres; ni tampoco recordaba haber
escuchado la frase que supuestamente expresó Izquierdo en
referencia a que los objetos sobrepasaran al avión. Porque
tampoco observó que esto ocurriera. ¿Pudo haberlo olvidado?,
¿pudo ser, como dijo Aurelio, que estaba más pendiente del
partido de fútbol que en lo que acababa de
presenciar?
Conocemos a Aurelio y estamos convencidos que no
mentiría, salvo que haya malinterpretado algún comentario, aunque
no olvidemos que Izquierdo, si bien fue bastante parco, confirmó
lo dicho por Castelani.
En fin, de una u otra manera, la
observación aún continúa sin explicación. Las características y
velocidades de los objetos que se observaron esa tarde no pueden
atribuirse a globos, ni a efectos ópticos, ni a inversiones
de temperatura.
Agradeciendo su testimonio nos despedimos
de Paulerena. Y salimos en busca de los Ferranti.
Durante
la semana tomamos nuestros recaudos y sabíamos que a los
hermanos los encontraríamos al mediodía en su casa, incluso
Allegreti ya les había comentado de nuestro interés en investigar
el caso y ellos no mostraron reticencias. Solamente pidieron que
mantuviéramos el asunto en reserva hasta que efectuaran la
cosecha, lógicamente no querían que su campo sufriera
las consecuencias de una peregrinación de curiosos. Pedido que
aceptamos sin problemas; esto también nos iba permitir trabajar
más tranquilo.
Luego de las presentaciones de rigor, partimos
hacia La Paz Chica, un paraje a 7 kilómetros al oeste del centro
urbano de Roque Pérez.
Daniel López y Carlos Ingaramo iban en
el Dodge 1500 mientras quien esto escribe acompañaba a Enrique
Ferranti en su camioneta. Enrique me explicaba que el último día
que habían trabajado el sembradío había sido el 30 de noviembre y
todo estaba normal. Una semana después, el 8 de diciembre, cuando
estaban escardillando el terreno hicieron el descubrimiento.
La primer marca era, efectivamente, un circulo de unos 12 metros
de diámetro en cuyo interior había signos de deshidratación del
girasol, como nos había adelantado Allegreti, sólo estaba en pie
algunas malezas como el maíz guacho y el sorgo de alepo. Se
aproximó aún más y observó como todas las plantas del perímetro,
alrededor de la zona "muerta", presentaban una
curiosa deformación. Ferranti subió nuevamente a la maquinaria y
evitando dañar la marca prosiguió con su tarea. Mientras se
preguntaba que podía haber afectado su plantación hizo el segundo
descubrimiento, otro circulo de casi las mismas proporciones y
con idénticas características al primero apareció ante sus ojos.
Repitió la misma maniobra, y a los pocos minutos descubrió
el tercero.
En los años de laboreo en el campo era la
primera vez que aparecía algo semejante. El testigo no tenía
explicación alguna... tampoco nosotros.
A las 13:45 horas
llegamos a la Paz Chicha. Descendimos de los vehículos y con los
elementos de extracción de muestras en mano nos internamos en
la plantación. Caminábamos entre las plantas de girasol, que
alcanzaban los 30 cm. de altura, mientras Enrique Ferranti
repetía su historia, la misma que acaba de narrarme en su
camioneta, esta vez para todos.
Las
marcas
La primera huella que relevamos estaba a unos
150 metros del alambrado perimetral, en el sector oeste del
campo. Era un circulo de 12 metros de diámetro. En su interior el
girasol estaba totalmente deshidratado, sólo se mantenían en pie
algunas malezas sorgo de alepo y el maíz guacho. Las plantas en
todo el perímetro, en cambio, presentaban una curiosa forma;
se encontraban dobladas - pero no quebradas - hacia fuera, para
luego recuperar la verticalidad - en un ángulo de 90º -
continuando con su crecimiento.
La segunda estaba a unos 300
metros al norte de la primera, y medía 11,8 metros; y la tercera,
estaba a unos 193 metros al este de la segunda, ésta última de
forma elipsoidal media 11 metros x 8 metros. Ambas presentaban
las mismas características que la primera.
En ninguna se
descubrieron marcas u orificios en la tierra, tampoco - y
esto era importante - se había utilizado fertilizantes.
No
hubo observación directa de luces extrañas o fenómenos aéreos
anómalos que pudiera asociarse a su aparición, por consiguiente
fueron catalogadas como "huellas no asociadas".
Extrajimos
cuatro muestras en total. Una del interior de cada una de
las marcas y la cuarta de una zona normal del campo; ésta última
nos iba a servir de parámetro en el análisis. (2)
Luego de
unas dos horas de medir, fotografiar, filmar y estudiar
el terreno - en busca, quizá, de alguna pista que nos permitiese
al menos obtener algún indicio de lo que ahí aconteció -
abandonamos la plantación.
Reunidos junto a los vehículos, le
pedí a Enrique que nos reitere lo que me había comentado en el
camino, sobre un supuesto caso que involucraba a un objeto que
estuvo por más de dos horas asentado en el suelo frente a
una familia. Y así lo hizo. En verdad, en un principio cuando me
lo comentó en su camioneta, pensé que se trataba de otra
referencia incompleta sobre un incidente antiguo (como tantas
otras que habíamos recibido en el pueblo durante el mes de
agosto), por lo que preferí centrar mi atención en los círculos.
Sin embargo, para nuestra sorpresa, el suceso había ocurrido en
el mes de octubre, y a un conocido suyo. Antes de despedirnos nos
dio el nombre de la familia protagonista y nos explicó como
llegar al campo donde residían.
Partimos de La Paz Chica
en busca de los nuevos protagonistas. En mi "cuaderno de campo"
escribí: "Siendo las 16.30 h. vamos camino a Atucha a tratar de
ubicar a Carlos Ramírez, que fue testigo del descenso de una
luz en un campo". Hasta ese momento pensábamos que era sólo una
luz...
Otro hecho se sumaba a la lista de casos, uno más
sorprendente que otro, que fuimos descubriendo desde el domingo
11 de diciembre de 1994. Y todo, a partir del momento que
iniciamos la búsqueda del señor García; el supuesto testigo de
los "globos" y el avión que paradójicamente no lo era.
Sin embargo y para nuestra fortuna, gracias a ese error, pudimos
enterarnos de estos sucesos. "Vinimos por un caso y nos vamos con
cuatro... ¡y qué casos!", decía Daniel López cuando regresábamos
a Buenos Aires.
Por otro lado nos resultaba algo curioso el
hecho que en la ciudad de Roque Pérez la mayoría de los
consultados no tuvieran la menor idea de lo que había ocurrido en
las afueras del pueblo durante el mes de octubre. Tal es así que
la frase "...desde agosto no pasa nada, todo está tranquilo"
se reiteraba de una u otra manera ante todo consultado en el
pueblo, incluyendo periodistas.
Ahora bien. ¿Qué hubiera
pasado si no adelantábamos nuestra visita? Seguramente estos
casos se habrían perdido, como muchos pero muchos casos
se pierden año tras año.
Por eso no nos cansamos de
insistir que las investigaciones de campo son fundamentales y por
ende necesarias. Las mismas no sólo permiten obtener mayores
datos del hecho que se investiga sino, también, abre el camino
al conocimiento de otros avistamientos que, quizás, de otro modo,
nunca llegarían al investigador.
Referencias y
Notas
(1) Y que me perdone Carlos Ingaramo por
referirme así a su viejo Dodge 1500 pero ante el cual, debo
reconocer, a pesar de su aspecto poco menos que calamitoso, me
tengo que sacar el sombrero pues fue el fiel compañero en
los miles de kilómetros que recorrimos y por el que guardo los
mejores recuerdos.
(2) En Buenos Aires enviamos las
muestras al INTA. Los resultados fueron más que interesantes.
Según estos se registró un desmesurado aumento de
fósforo asimilable:
Zona normal del campo: 6,3 ppm (partes
por millón)
Huella 1: 16,1 ppm
Huella 2: 8,4
ppm
Huella 3: 38,5 ppm.
Aumento que llamó
poderosamente la atención del ingeniero que realizó el análisis.
Era como si, en esos sectores, se hubieran echado
cantidades desmesuradas de fertilizante o abono, cosa que no
había ocurrido.
Se descarta la acción de microorganismos que
afectaran a los girasoles, las plagas no dejan este tipo de
marcas, además lo que no se explica el porqué de las
malformaciones de todas las plantas del perímetro.
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